lunes, 21 de enero de 2008

CALENTAMIENTO GLOBAL Y CONGELAMIENTO POLÍTICO

FREI BETTO
http://alainet.org/active/21723
El premio Nobel de la Paz 2007 fue dividido entre Al Gore, ex vicepresidente de los Estados Unidos, y el IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio del Clima). Esta importante institución nos alerta que el futuro de nuestro planeta estará comprometido si no se cambia cuanto antes el modelo actual de desarrollo.
El paradigma predominante es el del consumismo ilimitado, del auto como medio ideal de transporte, de la utilización de productos descartables que no son biodegradables, o sea que tardan miles de años, como el caso de los plásticos, para ser absorbidos por la naturaleza.
En los últimos 150 años el ser humano alteró la composición de la atmósfera y el funcionamiento de los ecosistemas que se autorregulaban desde hace 4.5 mil millones de años. En los últimos 30 años la concentración de gases de efecto invernadero -que provocan el calentamiento global y la pérdida de la biodiversidad- aumentó de 280 partes por millón a 375. Se duplicó la concentración de metano en la atmósfera. Según el IPCC la salud de la Tierra estará seriamente comprometida si la concentración de CO2 (gas carbónico) en la atmósfera sobrepasara las 550 partes por millón.
La capa de ozono, que nos protege de los efectos negativos de los rayos solares, ya se redujo en un 6%, aumentando la incidencia del cáncer de piel y otras enfermedades. Se prevé que, en este nuevo siglo, la temperatura de la Tierra subirá de un 2ª a 4%, y el nivel del mar 40 cm. Eso podrá afectar a la Amazonía, ya amenazada por la deforestación y la falta de voluntad política del gobierno federal para evitarlo. La mayor área de biodiversidad del planeta corre el peligro de transformarse, en un futuro próximo, en baldío. De su extensión original, el 17% de la Amazonía brasileña ya ha sido deforestado.
Brasil es hoy el 4º mayor emisor de gases de efecto invernadero debido a los incendios y a la deforestación. Nuestro país deforesta cada año entre 15 a 20 mil km2 (el estado de Sergipe tiene una extensión de 21.910 km2), lo que corresponde al 74% de nuestras emisiones de gas de efecto invernadero. La quema de caña de azúcar para producir etanol lanza a la atmósfera cada año cerca de 64.8 millones de toneladas de gas carbónico.

Por cada hectárea la selva amazónica absorbe, por la madera de los árboles, cerca de 100 toneladas de CO2. En total son de 100 a 400 millones de toneladas de carbono anuales absorbidas. Al quemar esta madera para dedicar el terreno a pastos o a plantaciones de soya, el carbono deja de ser asimilado por el ecosistema y sube a la atmósfera. Se calcula que hoy día la selva lanza a la atmósfera, anualmente, entre 200 a 300 millones de toneladas de carbono. Por tanto, reducir la deforestación es el medio más barato de restringir la emisión de gases.
Este planeta es nuestra casa y los efectos de la acción humana sobre la naturaleza afectan, indistintamente, a ricos y pobres. Además de parar la deforestación, es necesario incentivar políticas de replantación para reducir las emisiones de gas carbónico. Y adoptar procesos industriales más convenientes, como la fabricación de automóviles híbridos. El modelo Prins, de la Toyota, funciona con 4 motores eléctricos y 1 a diesel, y emite la mitad del CO2 generado por otros vehículos de similar potencia.
Debido a la sobreexplotación del petróleo y a su sucesivo aumento de precio, los Estados Unidos pretenden reducir su consumo en un 20% hasta el año 2017, lo que significará el aumento de un 800% del consumo de etanol hasta aquella fecha. Y allí el etanol es hecho de mijo, que ahora inflaciona el precio de los alimentos. La Unión Europea se propone reducir el consumo de gasolina en un 10% hasta el 2020. Aunque nadie dice cómo. Para producir etanol habría que utilizar el 70% de su extensión cultivable, lo cual es impensable.
Si para sustituir el petróleo el continente americano quisiera producir al año 110 millones de litros de etanol, en Brasil los cañaverales tendrían que ocupar 75 millones de hectáreas. Para darse una idea de lo que significa eso, pensemos que hoy día toda la extensión utilizada para la producción de alimentos vegetales en Brasil es de 60 millones de hectáreas.
Según el gobierno federal, la zafra 2007/2008 producirá 473.16 millones de toneladas de caña, un aumento del 11% con relación a la zafra del 2006/2007. Además de amenazar la Amazonía, llevando para allá la soya y el ganado, la caña contribuye al aumento de emisión de CO2, causado por el uso de fertilizantes, así como de maquinaria agrícola (plantadoras, cosechadoras, tractores…). Y la extensión de la plantación por áreas agrocultivables se reflejará en el precio de los alimentos, encareciéndolos.
Ante el calentamiento global es necesario forzar el descongelamiento político, obligar al gobierno a preservar la Amazonía y pensar el país, no en términos de crecimiento del PIB, sino del IDH, el Índice de Desarrollo Humano.
- Frei Betto es escritor, autor de “Sinfonía universal. La cosmovisión de Teilhard de Chardin”, entre otros libros.
Traducción de J.L.Burguet
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