sábado, 9 de febrero de 2008

AY GRAN MARISCAL QUIÉN TE VIERA

EL LIBERTADOR TE LLAMÓ EL ABEL DE AMÉRICA!
Por: Magaly García
Fecha de publicación: 07/02/08

Naciste un memorable 3 de febrero (1795) en la bella Cumaná.

¡En tu corta vida sobre esta tierra dejaste un legado de Gloria!

Acompañaste al más grande de América en las más cruentas batallas, disfrutando los triunfos y compartiendo el dolor de las derrotas.

Con la edad de 13 años ya formabas parte de la milicia patriota. A los 15 lograste el grado de subteniente de Milicias de Infantería de Cumaná y peleaste a las órdenes del Generalísimo Francisco de Miranda.

¡Ay Sucre, Quién te viera!

Por tus dotes de estadista e ideólogo, llegaste a convertirte en el primer Presidente de Bolivia, nación que naciera de tus habilidades de soldado.

Con un tropa inferior en numero que la comandada por el Virrey La Serna, tu General Sucre lograste en las Pampas de la Quinua, Ayacucho el cenit de tu gloria, lograste un 9 de diciembre de 1824 la liberación definitiva de América del Sur del cruel y fatídico imperio español.

Fue tu ingenio y benevolencia que te inspiro para escribir tu tan alabado “Tratado de Regularización de la Guerra”, que dio origen a los actuales reglamentos de guerra para le dio “humanizar” la confrontación bélica.

Eras el sucesor natural del Libertador, Padre de la Patria, Simón Bolívar.

Pero los enemigos de la verdad y de la justicia pretendieron ocultar tu grandeza cegando tu vida un 4 de junio de 1830, en Berruecos. Hecho este causante de uno de los más fuertes golpes que sufriera el corazón del Libertador.

Te volvieron a matar en Quito cuando eliminaron tu imagen y nombre de la moneda de la nación que gloriosamente liberaste un 24 de mayo de 1822, derrotando al general Aymerich en las faldas del Pichincha.

Y aquí en tu propia tierra donde eres amado, respetado, admirado por tus hijos te volvieron a matar eliminando tu imagen de la moneda nacional. Ya estábamos acostumbrados en verte, con una imagen de tu retrato realizada en 1825 por un autor desconocido, acompañando como siempre al Libertador.

¡Ay Gran Mariscal, Quién te viera!