Mañana 13 se cumple un aniversario más de una fecha aciaga para la capital. En San Juan aquel día de 1881 y el 15 en Miraflores, previo el saqueo sangriento y criminal generado por hordas embrutecidas de un odio incomprensible en Barranco y Chorrillos, sucedió lo que vino a llamarse la Batalla de Lima y que fue la invasión chilena en la guerra de rapiña de 1879-1883. Entonces, un inepto megalómano, asaltante de Palacio, Nicolás de Piérola, decía gobernar el Perú. Lo cierto es que la metrópoli cayó por el obsequio de un grupo de traidores. La historia contada por los distintos oficialistas se ha encargado de disimular vergonzosos actos proditores; se ha privilegiado el vínculo del apellido, el blasón supuesto, la cuna de “marca”, para no delatar las apostasías en que incurrieron castas pusilánimes hasta para entender que jamás debe declinarse el componente nacional en cualquier forja de Estado y ¡menos en un país que como el nuestro posee cinco fronteras difíciles! Leer Más. …
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