Fecha de publicación: 05/02/08
Es cierto, la inseguridad se lleva por delante vidas y bienes, de ricos y pobres, sin distinciones de razas o de color o de nacionalidad y los echa al mundo de las estadísticas que refieren al Estado a elaborar los presupuestos que en materia de seguridad invertirán el año entrante. Los muertos y los heridos van con nombre, apellidos y número de cédula de identidad. Los atracados, asaltados, extorsionados, de ambos lados, delincuencia y agentes del orden, no figuran en toda su realidad, parte de ella no denuncia por miedo, por no creyentes y por no convertirse en victimas del otro actor, el validado, ese uniformado y en esencia porque el aparato policial no ha creado otra opción que permita hacerlo con seguridad personal y posibilidad de la represión efectiva.
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